
Rotunda. Seca. Hija de puta.
ALBA STEPHEN
Cuando se pone esa ropa, le dice que parece una payasa.
Victoria Lucas es dura con su hermana. Es objetivamente dura con su hermana. Cuando María Lucas aclara en el colegio que Lucas es el apellido y no otro nombre, Victoria cree que es estúpida. Cree que es estúpida cuando come, cree que es estúpida cuando tararea una canción, cuando se equivoca es estúpida y además tonta.
María es torpe, no tan guapa como Victoria, un poco gordita. María Lucas, de apellido Lucas, es lista. Inteligente. Victoria cree que simplemente es una payasa porque no tiene sentido del ridículo y por eso no se da cuenta de que lo está haciendo. Los demás se ríen con ternura y Victoria se avergüenza de su hermana.
Cuando van de la mano al colegio, no le dirige la palabra en todo el camino. Una calle antes de llegar, le suelta la mano y anda más rápido. Se adelanta a María y le dice:
-Tú ahí, hasta que yo entre.
María se queda mirando un gato que hay siempre en la calle del colegio. Dice que se llama Mussi. Cuando lo escribe, lo pone con dos eses. En el diario, por la noche, escribe Mussi. Habla con él y se olvida de Victoria, de que es una payasa y de que ya podría seguir andando. La madre no sabe por qué María siempre llega tarde y Victoria no. No lo puede entender.
-Pues porque tu hija -cuando Victoria habla de su hermana dice eso: tu hija, vuestra hija, tu nieta, tu sobrina, tu amiga- se queda hablando con un gato tonto todas las mañanas. Por eso. Ahora ya lo sabes.
Al gato Mussi lo atropellará un coche una mañana cuando María le esté hablando.
Victoria dice que se va, tú ahí, pero en realidad da la vuelta a la manzana y se pone detrás de María. La escucha hablar con el gato y se ríe pensando que está loca, además de ser una infantil. María y Mussi se miran y María le habla desde la distancia.
-Él entiende.
Victoria se queda detrás y Mussi la está viendo, pero no sabe quién es. A veces María tampoco sabe quién es. Victoria da un salto para asustar a su hermana al dar con los pies en el suelo. El gato también se asusta, sale corriendo, le atropella un coche. María no puede apartar la vista de Mussi y ni siquiera se gira para saber quién ha sido la persona que los ha asustado a los dos.
Victoria sale corriendo.
María se pone a llorar.
En el recreo, María busca a su hermana y le cuenta lo que ha pasado. Le dice que Mussi ha muerto, que se ha pasado toda la mañana pensando en ella con ganas de decírselo.
-No seas boba. Sólo era un gato -le contesta.
María es torpe, no tan guapa como Victoria, un poco gordita. María Lucas, de apellido Lucas, es lista. Inteligente. Victoria cree que simplemente es una payasa porque no tiene sentido del ridículo y por eso no se da cuenta de que lo está haciendo. Los demás se ríen con ternura y Victoria se avergüenza de su hermana.
Cuando van de la mano al colegio, no le dirige la palabra en todo el camino. Una calle antes de llegar, le suelta la mano y anda más rápido. Se adelanta a María y le dice:
-Tú ahí, hasta que yo entre.
María se queda mirando un gato que hay siempre en la calle del colegio. Dice que se llama Mussi. Cuando lo escribe, lo pone con dos eses. En el diario, por la noche, escribe Mussi. Habla con él y se olvida de Victoria, de que es una payasa y de que ya podría seguir andando. La madre no sabe por qué María siempre llega tarde y Victoria no. No lo puede entender.
-Pues porque tu hija -cuando Victoria habla de su hermana dice eso: tu hija, vuestra hija, tu nieta, tu sobrina, tu amiga- se queda hablando con un gato tonto todas las mañanas. Por eso. Ahora ya lo sabes.
Al gato Mussi lo atropellará un coche una mañana cuando María le esté hablando.
Victoria dice que se va, tú ahí, pero en realidad da la vuelta a la manzana y se pone detrás de María. La escucha hablar con el gato y se ríe pensando que está loca, además de ser una infantil. María y Mussi se miran y María le habla desde la distancia.
-Él entiende.
Victoria se queda detrás y Mussi la está viendo, pero no sabe quién es. A veces María tampoco sabe quién es. Victoria da un salto para asustar a su hermana al dar con los pies en el suelo. El gato también se asusta, sale corriendo, le atropella un coche. María no puede apartar la vista de Mussi y ni siquiera se gira para saber quién ha sido la persona que los ha asustado a los dos.
Victoria sale corriendo.
María se pone a llorar.
En el recreo, María busca a su hermana y le cuenta lo que ha pasado. Le dice que Mussi ha muerto, que se ha pasado toda la mañana pensando en ella con ganas de decírselo.
-No seas boba. Sólo era un gato -le contesta.
Imagen: Christopher Ray Pérez
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